El arca transportada a Jerusalén (1 Cr 13, 5-14; 15,25-29; Sal 132)
61David reunió nuevamente a los mozos israelitas: treinta mil hombres. 2Con todo su ejército emprendió la marcha a Baalá de Judá, para trasladar de allí el arca de Dios, que lleva la inscripción: <<Señor de los ejércitos>>, entronizado sobre querubines. 3Pusieron el arca de Dios en un carro nuevo 4y la sacaron de casa de Abinadab, en Guibeá. Uzá y Ajió, hijos de Abinadab, guiaban el carro con el arca de Dios; Ajió marchaba delante del arca. 5David y los israelitas iban danzando ante el Señor con todo entusiasmo, cantando al son de cítaras y arpas, panderos, sonajas y platillos. 6Cuando llegaron a la era de Nacón, los bueyes tropezaron y Uzá alargó la mano al arca de Dios para sujetarla. 7El Señor se encolerizó contra Uzá por su atrevimiento, lo hirió y murió allí mismo, junto al arca de Dios. 8David se enfadó porque el Señor había arremetido contra Uzá, y puso a aquel sitio el nombre de Peres* Uzá, y así se llama ahora. 9Aquel día David temió al Señor, y dijo:
-¿Cómo va a venir a mi casa el arca del Señor?
10Y no quiso llevar a su casa, a la Ciudad de David, el arca del Señor, sino que la trasladó a casa de Obededom, el de Gat. 11El arca del Señor estuvo tres meses en casa de Obededom, el de Gat, y el Señor bendijo a Obededom y su familia. 12Informaron a David:
-El Señor ha bendecido a la familia de Obededom y toda su hacienda en atención al arca de Dios.
Entonces fue David y llevó el arca de Dios desde la casa de Obededom a la Ciudad de David, haciendo fiesta. 13Cuando los portadores del arca del Señor avanzaron seis pasos, sacrificó un toro y un ternero cebado. 14E iba danzando ante el Señor con todo entusiasmo, vestido sólo con un roquete de lino. 15Así iban llevando David y los israelitas el arca del Señor entre vítores y al sonido de las trompetas.
16Cuando el arca del Señor entraba en la Ciudad de David, Mical, hija de Saúl, estaba mirando por la ventana, y al ver al rey David haciendo piruetas y cabriolas delante del Señor lo despreció en su interior. 17Metieron el arca del Señor y la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que David le había preparado. David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión al Señor, 18y cuando terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los ejécitos; 19luego repartió a todos, hombres y mujeres de la multitud israelita, un bollo de pan, una tajada de carne y un pastel de uvas pasas a cada uno. Después se marcharon todos, cada cual a su casa.
20David se volvió para bendicir a su casa, y Mical, hija de Saúl, salió a su encuentro y dijo:
-¡Cómo se ha lucido el rey de Israel, desnudándose a la vista de las criadas de sus ministros, como lo haría un bufón cualquiera!
21David le respondió:
-Ante el Señor, que me prefirió a tu padre y a toda tu familia y me eligió como jefe de su pueblo, yo bailaré 22y todavía me rebajaré más; si a ti te parece despreciable ante las criadas que dices, ante esas ganaré prestigio.
23Mical, hija de Saúl, no tuvo hijos en toda su vida.
Explicación.
6 Para que Jerusalén tenga plena fuerza de unificación, tiene que ser también centro religioso de las tribus. Saúl ha descuidado este aspecto. El Arca estuvo en Siló en tiempos de Elí, fue capturada por los filisteos, y cuando la devolvieron, pasó a Villasotos (Quiriat Yearim). Por su parte, la familia sacerdotal de los élidas se estableció en Nob, disociada del Arca.
El Arca es el objeto religioso por excelencia, paladión en la guerra y testimonio de la alianza, cuyo documento guarda. David decide trasladarla a su nueva capital y concentrar allí a los principales sacerdotes. Es una decisión trascendental. El Salmo 132 dice que el Arca se encontraba "en el Soto de Yaar" (que parece ser Villasotos); Baalá es otro nombre de la misma localidad, según Jos 15,9-11. Por ser el Arca protagonista de la narración, está mencionada catorce veces, siete veces como "Arca de Dios", siete veces como "Arca del Señor".
6,1 David quiso hacer del traslado un acontecimiento religioso nacional, una ocasión para robustecer la conciencia de unidad religiosa, cuyo centro en adelante será Jerusalén (eso no quiere decir que la cifra de participantes sea objetiva).
6,2 La denominación corresponde a lo que describe Ex 25, texto al parecer tardío. A la manera oriental, los querubines (animales alados) sostienen un trono invisible, sobre el cual se sienta el soberano de los Ejércitos estelares.
6,3 El carro tiene que ser nuevo; es decir, no utilizado para tareas profanas.
6,4 Sal 149,3s.
6,6-7 Un accidente mortal es interpretado por los asistentes como castigo de Dios, debido a una profanación objetiva. La sacralidad todavía está vista de manera muy concreta, casi material, aunque el autor personaliza el efecto mortífero de lo sacro. Como el hombre no puede ver a Dios sin morir, así el profano no puede tocar impunemente el objeto sagrado; recuérdese la sacralidad de la montaña del Sinaí. Es dudosa la palabra hebrea que traducimos por "atrevimiento".
6,8 * = Arremetida.
6,8-9 Es suceso es teofánico, infunde terror sacro en los presentes, incluido David.
6,10-11 No sabemos si un israelita nacido en Gat o un extranjero naturalizado en Israel; dejar el Arca en casa de un extranjero parece extraño.
6,16 Danzar ante el Arca es para el narrador lo mismo que danzar ante el Señor.
6,17 Esto indica que la tienda del desierto no se conserva. El Arca ha tenido una casa propia en Siló y casa prestada en otras poblaciones.
6,18-19 David oficia como sacerdote: Lv 9,22; Nm 6,22-27.
6,19 Neh 8,10-12.
6,20-22 La ironía de Mical está subrayada con el uso de esos dos verbos, que en hebreo significan también "gloriarse" (kbd) y "revelarse" (glh). La respuesta de David contiene un principio importante de espiritualidad: ante Dios y para Dios siente el ímpetu de jugar o bailar; ocupación poco seria y que puede parecer humillante para un rey, mirada con criterios de soberbia humana; pero David se sabe elegido por el Señor como vasallo suyo, su gloria será festejar al soberano, y la gente sencilla comprenderá el valor del gesto. Es la conciencia y la acción del homo ludens y el espíritu festivo.
6,23 El autor entiende el hecho como castigo.
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