APÉNDICE
Venganza de sangre
211En el reinado de David hubo hambre durante tres años consecutivos, y David consultó al Señor. El Señor respondió:
-Saúl y su familia están todavía manchados de sangre por haber matado a los gabaonitas.
2Los gabaonitas no pertenecen a Israel, sino que eran un resto de los amorreos; los israelitas habían hecho un pacto con ellos, pero Saúl, en su celo por Israel y Judá, intentó exterminarlos. El rey 3David los convocó y les dijo:
-¿Qué puedo hacer por vosotros y cómo indemnizaros, de modo que bendigáis la heredad del Señor?
4Los gabaonitas contestaron:
-Nosotros no queremos plata ni oro de Saúl y su familia, ni queremos que muera nadie de Israel.
David les dijo:
-Haré lo que me pidáis.
5Entonces dijeron:
-Un hombre quiso exterminarnos, y pensó destruirnos y expulsarnos del territorio de Israel. 6Que nos entreguen siete de sus hijos varones, y los colgaremos en honor del Señor, en Gabaón, en la montaña del Señor.
David respondió:
-Yo os los entregaré.
7Perdonó la vida a Meribaal, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el pacto sagrado que unía a David y Jonatán; 8pero a Armoní y Meribaal, los dos hijos de Saúl y Rispá, hija de Ayá, y a los cinco hijos de Adriel, hijo de Barzilay, el de Mejolá*, y de Merab, hija de Saúl, 9se los entregó a los gabaonitas, que los colgaron en el monte ante el Señor. Murieron los siete a la vez; fueron ajusticiados durante la siega al comienzo de la siega de la cebada.
10Rispá, hija de Ayá, agarró un saco, lo extendió sobre la peña y desde el comienzo de la siega hasta que llegaron las lluvias estuvo allí espantando día y noche a las aves y a las fieras. 11Cuando le contaron a David lo que hacía Rispá, hija de Ayá, concubina de Saúl y de su hijo Jonatán (los habían recogido a escondidas en la plaza de Beisán, donde los colgaron los filisteos después de la derrota de Saúl en Gelboé), 13trajo de allí los huesos de Saúl y los de su hijo Jonatán y los juntaron con los huesos de los ajusticiados. 14Los enterraron todos en el territorio de Benjamín, en Selá, en la sepultura de Quis. Hicieron todo lo que mandó el rey y Dios se aplacó con el país.
Batalla contra los filisteos (1 Cr 20,4-8)
15Estalló de nuevo la guerra entre los filisteos e Israel. David bajó con sus oficiales, acamparon en Gob y dieron batalla a los filisteos. David estaba exhausto. 16Entonces se adelantó uno de la raza de los gigantes, con una lanza de bronce de tres kilos y una espada nueva, diciendo que iba a matar a David. 17Pero Abisay, hijo de Seruyá, defendió a David, hirió al filisteo y lo mató. Entonces los de David le exigieron:
-¡Por Dios, no salgas más con nosotros a la batalla, para que no apagues la lámpara de Israel!
18Después se reanudó en Gob la batalla contra los filisteos. Sibcay, el husita, hirió a Asaf, uno de la raza de los gigantes. 19Después se reanudó en Gob la batalla contra los filisteos, y eEljanán, hijo de Yaír, el de Belén, mató a Goliat, el de Gat, que llevaba una lanza larga como percha de tejedor. 20Después se reanudó la batalla en Gat. Había un gigantón con seis dedos en manos y pies, veinticuatro en total, que también era de la raza de los gigantes; 21desafió a Israel, pero Jonatán, hijo de Samá, hermano de David, lo mató. 22Esos cuatro hombres de la raza de los gigantes eran de Gat, y cayeron a manos de David y sus oficiales.
Explicación.
21 Los gabaonitas son un ejemplo de población cananea incorporada pacíficamente a los nuevos habitantes: tenían una alianza con Israel, con derecho a la vida a cambio de algunas prestaciones (Jos 9). Sául, en su exclusivismo fanático, había cometido un crimen gravísimo contra el derecho de entonces; es perfectamente razonable que el delito exija reparación.
Lo que no parece tan razonable es que la justicia vindicativa se encarnice en los sucesores de Saúl. El derecho de entonces hace responsable a toda la familia. Un valor positivo de aquella legislación era sancionar y robustecer los vínculos de solidaridad, y disuadir a los criminales; el aspecto negativo es que, a nuestro parecer, castiga a los inocentes. El delito de sangre exige sangre, y los parientes, por orden de proximidad, tienen que vengarlo: es la institución social del go´el. Cuando el hombre se desentiende, Dios escucha el clamor de la sangre y realiza o exige la reparación de la justicia. El oráculo interpreta el hambre pertinaz como una reclamación de Dios.
En algunos casos se podía aceptar una compensación en dinero, otras veces tal compensación estaba prohibida. Una vez que el Señor ha intervenido, la ejecución es un acto de honor, las víctimas se le ofrecen, en una especie de consagración al Señor de la vida.
Las víctimas pueden quedar a merced de fieras o aves; la legislación posterior pide que se retiren los cadáveres antes de la puesta del sol (Dt 21,22-23); y los cadáveres de los ajusticiados se entierran en la sepultura común.
21,3 La bendición tiene que cancelar la previa maldición: Jue 17,2; Nm 22,6; esa bendición dará paso a la lluvia y pondrá fin al hambre.
21,5 Dt 7,22-24.
21,6 Colgar o empalar (Nm 25,4). David se encarga del asunto porque quiere elegirlos él mismo.
21,7 1 Sm 20,14-16.
21,8 Merab era la hija mayor de Saúl, ofrecida a David y negada (1 Sm 18,19). * = Bailén.
21,9 Dicho monte sobresale unos 150 m. sobre el resto; es lugar de un santuario cananeo y, más tarde, de uno yavista (1 Re 3,4).
21,10 De mayo a octubre.
21,13-14 El entierro en la sepultura familiar es un acto de piedad.
21,15-22 Empiezan aquí una serie de apéndices que intentan completar la historia de David. Cuenta el tema y no la cronología. Las campañas con los filisteos pertenecen a la primera etapa del reino (capítulo 5). Las cuatro hazañas son semejantes y también lo son las fórmulas; como si se tratara de una lista de menciones honoríficas. Lo más curioso es encontrar otra vez a Goliat el de Gat, esta vez matado por Eljanán y no por David. La serie da a entender que entre los filisteos había algunos soldados de enorme corpulencia. Detalles pintorescos o expresiones poéticas animan la sobriedad de la lista. Gob se encontraba probablemente en las cercanías de Jerusalén.
21,16 1 Sm 17.
21,17 2 Sm 18,3.
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